La fina llovizna se transforma en pocos minutos en
ligeros copos blancos. Copos que se aposentan con firmeza en cualquier
superficie alcanzable. En apenas unas horas, el espesor adquiere tal magnitud
que se confunde fácilmente con una gigantesca colcha, tan mullida que invita a sumergirse
en ella. Sofía observa maravillada el imponente desierto blanquecino. Ansía
salir con sus nuevas botas y ver si la nieve le llega hasta las rodillas, como
vaticinaron la noche anterior en las noticias. Será la primera vez en su vida
que sienta el agua derritiéndose en sus pantalones, que pueda lanzarse en aquél
lienzo imaginario para dibujar un ángel, o construir un muñeco de nieve, en vez
de conformarse con plastilina.
Sonríe ansiosa, y a la vez algo abatida.
Apenas queda un escaso mes para navidad y, por
primera vez en sus veinticinco años de vida, no cenará con su familia. La
despedida fue dura, pero el desasosiego que la amargaba era demasiado intenso.
Quería un cambio. Lo necesitaba. Canadá fue el destino elegido. ¿Por qué? No
tiene ni la menor idea. Le pareció un destino bonito, y nada que ver con
Alicante, tierra que la vio nacer. Ya son siete meses y medio desde que se
despidió de todos sus amigos y seres queridos, del clima y la deliciosa comida
mediterránea. Casi ocho meses desde que su vida viró drásticamente, para
abrazar con incertidumbre un futuro al que espera ilusionada. El cambio no la
ha defraudado. Conforme los árboles cambiaban su tonalidad se redescubría a sí
misma y, para cuando las hojas sustituyeron al asfalto, se encontró de bruces
con una realidad inimaginable. Sus prioridades, las bases sobre las que durante
años labró su futuro, cambiaron sin apenas darse cuenta.
Ahora que la nieve ha tomado el relevo a los
colores del otoño, la seguridad ha desbancado a las dudas, la confianza ha
desechado los complejos y el inmovilismo ha quedado rezagado. No quiere volver.
Por mucho que su familia le insista. Por mucho que eche de menos a sus amigos.
Tiene más claro que nunca que ha encontrado su hogar. Ahí se siente parte de un
todo, se siente plena. Encaja en su recién estrenado trabajo, entre sus amistades
y los cariñosos vecinos, parece una más. Nunca imaginó que esa plenitud fuese
alcanzable. Siempre se creyó una extraña entre su propia gente. Quizás, y sólo
quizás, deberíamos mencionar los pequeños detalles responsables de este
sentimiento.
Sofía es un alma libre. Le gusta experimentar.
Sofía cree en el amor, pero no en el compromiso. Opina que nada es para siempre.
Sofía es muy suya. Independiente. Libre.
Sofía no vive sola. Comparte su vida con dos hombres desde que llegó.
Sofía lo mantiene en secreto. Nadie al otro lado del charco lo sabe.
Sofía trasnocha con sus chicos. Los vecinos los oyen.
Sofía no ha visto a nadie de su pasado en
mucho tiempo. Tampoco quiere hacerlo.
Sofía no sabe que sus padres van a
sorprenderla. Irán en Nochebuena.
Sofía tiene otro secreto. Lo tendrá que desvelar en cuanto vean su
barriga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario